martes, 3 de mayo de 2016

Por la calle Triana

Las luces vespertinas
peinan rayos en la acera.
Los pájaros son madera
oculta tras las cortinas.
Son polvo, flotan por la ventana,
por la sala, el cuarto,
cuando parto en dos
el nido, el lecho, la cama.
Hago y deshago entre almohadas
Deslizándome colina abajo
con doce pruebas, arduo trabajo,
hasta invadir tu colina de las hadas.

Triana, bostezas en la mañana;
de escarcha barnizas
la modernidad de las cornisas
que el viejo empaña
con su aliento último
de sueños póstumos.

El viejo traga la saliva,
se escapa de su cuerpo
en un viejo juego que acaba
con el viejo y la vida.

- ¡Viejo! -grita, al ruido. 
- Silencio-responde.
- ¿Esa voz?
- Esa voz soy yo.
- ¿La muerte?
- No de tanta fama dispongo
no me conocen por sabio
más que por viejo.
- ¡El diablo!
- Cuida tus maneras y modales,
maldito viejo, que no estoy
para juegos de calamidad tales.

Se les escucha a lo lejos
discutir, vociferar entre espejos. 
Y no los entiendo.
Se escucha toda la ciudad
navegando, sumergiéndose
en su propia vanidad.

Prendo la luna, la calle, los ojos,
también los de los gatos,
y apago las voces, los gritos
los llantos, aumento risas y cantos.
Yace la ciudad en silencio. 
Sólo en mi cabeza existe ruido.

Triana, bostezas en la noche,
se giran faroles de flores y farolas
como arena que rompe en olas...
Acompaña mi soledad de noche,
Triana, que ahora bostezo yo.


 X. Nely Macorix