lunes, 17 de marzo de 2014

"Vete, Victoria"

"Vete, Victoria"
(Parte I)



(Escucha recomendada para la lectura: "I wanna be your dog - The Stooges")

 - ¿Qué haces aquí? - Inquirí desde el rincón más lúgubre de mi habitación, abrazada a mis rodillas bajo la protección de esa esquina majestuosa que distraía la mirada de Victoria. - Vete. - Murmuré. No quería tener nada que ver con ella después de lo sucedido; pero ella no se movió ni un ápice. Permaneció inamovible y en lugar de obedecer mi orden se fue acercando lentamente hacia mí, quedando a mi altura al arrodillarse y admirándome con una sonrisa, estudiándome como si fuese lo más interesante que había visto en mucho tiempo. 

- No. - Se limitó a responder hasta que alcé la vista. 

- No quiero que se repita. Y tú tampoco. Ambas lo sabemos. - Sentenciaba una y otra vez con cada frase, cortante como el cristal. Ella me tiró del pelo como la última vez que nos acostamos y me obligó a ponerme de pie, sino lo arrancaría... Me levanté y me quedé a su altura llevando mi mano a su nuca. La tensión que se respiraba podría cortarse con un cuchillo y servirse de postre. Victoria se mordía el labio, visiblemente tentada por mi rebeldía, por mi dominación cuando la tomé del pelo desde la nuca. 

- Dime qué quieres. - Ordené sin levantar más mi voz, haciendo a un lado al dolor, dejándome llevar por lo que ella ansiaba de mí. Preparándome para darme lo único que ella quería. 

- A ti. - Susurró. Y, en medio del susurro su lejanía se extinguió en mi boca. Podía sentir su calor, la textura de sus labios, la textura de su piel erizándose bajo la yema de mis dedos. Mi corazón desbocado cual caballo parecía querer huir de ahí, salir de mi pecho desgajando mi piel y no volver hasta sentir su éxtasis resbalando por mi garganta. Mi mente se nublaba, ella me pegaba contra la gélida pared. Sus manos, cálidas, se infiltraban bajo mi ropa bajo su atenta visión y yo desabotonaba su camisa con curiosidad, como si jamás la hubiese visto, deseando desgarrarla como este sentimiento me desgarraba a mí. Cuando separó sus labios volví a besarla, sin dulzura, sin ternura, únicamente con deseo, con instinto, con hambre. Aflojé su falda y esta cayó al suelo, mis manos recorrían su cuerpo como si fuese alguna clase de mapa que intentaba memorizar. Separé mis labios apenas, mi aliento cálido colisionaba contra su boca, jadeante, semidesnuda, deseosa de mí, de sentir la atracción fatal que siempre me hacía llegar a este punto.

- Mmm... - apenas murmuró cuando sintió mis dientes en su cuello mientras la levantaba por los muslos para subirla a la mesa.  - A mí no puedes tenerme. - Aseguré rasgando su ropa interior mientras el rubor de la excitación cargaba sus mejillas y sus pupilas se dilataban al abrir sus piernas para mí. Estaba muy empapada. 

- Hazlo ya... - Murmuró al ver la malicia de mis ojos cuando le negaba mi posesión mas no mi placer. Sonreí con diversión y deslicé la punta de mi lengua por su cuello, bajando por sus pechos, desabrochando su sostén y dejándolo caer mientras mi lengua continuaba su recorrido, deteniéndose en el relieve que antes se ocultaba. Mis dedos, por su parte, recorrían el sendero marcado de sus costillas, la longitud de su cintura, el ancho de sus caderas, perdiéndose en sus muslos con tranquilidad mientras ella se frotaba contra ellos, deseando sentirlos dentro. - ¿Cómo se pide? - Pregunté deslizando uno de mis dedos con lentitud entre sus piernas, impregnándome de su humedad, sintiendo el olor de su sexo penetrando mis fosas nasales y su aliento cálido quemando mi garganta por culpa del deseo. No quería hacerlo, era superior a mí.  - Por favor... - Imploró ella por culpa del deseo, hasta que en medio de la educación sintió como se erguía mi corazón dentro de ella que dejaba escapar un gemido de sorpresa y excitación. 

Empezaba a moverse contra él y el anular lo acompañó también, los movía muy despacio y ella se desesperaba cuando yo frenaba su cadera... Sus uñas se clavaban en mi nuca, en mis hombros y arañaban y desgarraban mi espalda. Era tan fiera... Mordí su labio inferior y elevé una de sus piernas, me movía dentro de ella con el ímpetu que ella imploraba, me tiraba del pelo, me lamía, me mordía, me arañaba, me hería y yo bajaba con mi lengua para reunirme con mis dedos visualizando la lujuria de sus ojos, el éxtasis, la incontinencia verbal, los insultos, las plegarias, los gemidos fruto del orgasmo. Sus piernas intentaban cerrarse y ahí es cuando mi brazo ejercía un candado contra la misma, haciendo que se retorciese de placer en mi boca, deseando que su elixir se arrastrase por mi lengua y mi garganta, sintiendo su calor, cómo su hendidura palpitaba de excitación, como el ardiente rocío cubría sus muslos. Sus gritos perforaban mis tímpanos, pensaba que iba a quedarme sorda, lo sentía, pero aquel sabor, aquel calor, aquel olor... Aquello me absorbía mientras ella dibujaba con sangre cinceladas sobre mi espalda hasta sentir cómo se corría en mi boca.



Nely Macorix '14

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