Que alguien me mate; que me arranque las entrañas y, de entre ellas, que incinere mi corazón y mis gónadas. No habrán más sentimientos. No habrán más deseos.
Que proteja mi cerebro y acaricie el conocimiento, que aunque escaso, está siempre vivo. O lo incinere junto a mis gónadas y mi corazón para que en la inexistencia existan siempre apasionados e ideales, eternos e inmortales.
Que alguien destroce mi conciencia; que rasgue cada recuerdo y cada memoria, y de entre ellas, que atesore las más desdichadas.
No habrá alegría. Habrá dolor. "Pero sólo quien conoce el dolor tiene el verdadero poder."
O mejor no.
Que la mortalidad se detenga y que mis gónadas, mi cerebro y mi corazón junto al resto de mis vísceras permanezcan intactas e inalterables, como una ilusión, como el más cálido de los recuerdos. Que mi cuerpo permanezca lleno de vida y que el único fuego que lo queme, sea la llama que musicalmente galopa bajo mi pecho.
Que alguien me reviva; que confeccione constelaciones con mis lágrimas, - de tristeza y de alegría - con las más brillantes.
Que se ilumine el cielo y cuando mis ojos se abran, enjugados, que se iluminen.
Que nadie me mate. Que nadie me reviva. Que nadie me ame. Que nadie me odie. Que nadie me minusvalore o atesore.
Únicamente yo.
Nely Macorix '14
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