Diosa...
Diosa...
¡Diosa!
Tus manos doradas
desnudan mi alma
desnudan mi alma
y entre los recovecos
más oscuros
más oscuros
buscan
la más tierna caricia
la más tierna caricia
que me fue arrebatada.
Olvidase ya
el suave mecer de
su pelo,
la visión de
la visión de
sus ojos vidriosos
cuando imploraba
cuando imploraba
auxilio
porque se ahogaba
en el mar
de la vida.
porque se ahogaba
en el mar
de la vida.
Diosa...
Diosa...
¡Diosa!
Nely Macorix
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