jueves, 16 de octubre de 2014

"La resurrección de la melancolía"

(La última esperanza)


Pasaron los años como gotas de lluvia suicidándose contra la ventana, contra el cristal cálido y gélido de tus mejillas. Cavaste tus pupilas pétreas en el fondo de mi alma y plantaste los huevos de tus recuerdos... Emanaron las larvas y me infectaron con esta obsesión, con esta tóxica e insana ilusión por el tiempo, por la duración, por las unidades de medida que se atisban para un momento, un instante; como un suspiro, un beso ardiente, un gemido, un mordisco, un arañazo, una exhalación, una muerte, una descomposición, una resurrección.

Pasaron los meses como hojas de otoño al colisionar contra la carretera, contra la vetusta arquitectura de tu alma, desvencijada como una "bisagra" que abría la puerta de los sueños. Clavaste el perfil de tu rostro esculpido por los dioses en mi memoria y, de un manotazo, desfiguraste toda imagen divina que introdujiste. 


Cada vez que abro los ojos aparezco en el viejo bosque, en la vieja casa, entre las viejas paredes de madera recordando nuestra vieja vida. Aparezco sola, desnuda, con el rostro bañado en lágrimas y sangrando por el pecho y la boca. Me levanto con una imagen borrosa de mí misma, de mi presente y mi pasado y con una ilusión brillante cual supernova que ejerce de futuro y, en el intento de admirarlo, me ciega...


Pasó el invierno como papeles revoloteando por la ventista entre las calles, llevándose consigo los copos de nieve que no lograban acomodarse en ninguna superficie. Me alumbró un farol, un candil en manos de un viajero, un alma errante con una mueca cínica y siniestra en la cara, mirándome como si fuera el más suculento pedazo de carne y como si sólo fuera eso: un mísero pedazo de carne.
Alza su hacha de leñador contra mí, "dejadme salir" alcanzo a pronunciar en un susurro quedo con la expresión de una niña de tres años asustada, no siento mis piernas y el alma errante que amenaza con rajar mi garganta para no poder volver a lamentarme jamás se transforma en el fruto de mi obsesión: el tiempo.

Tic.

Tac.

Tic.

Tac.

(¡Que alguien detenga este reloj!)

Tic-tac, tic-tac, tempus fugit, tic- tac, vita flumen, tic-tac, tic-tac.

(¡Para!)

En aquel momento, el tiempo se transformó nuevamente, no ya en aquel hombre cuya hacha deseaba enterrar en mi pecho para abrirme en canal si no que se transformó en una mujer, una mujer hermosa a la que ya conocía. "Si eres un ser insensible, ¿por qué todos estos interrogantes emocionales? No eres nada. No tienes ningún papel, eres una mera espectadora de mi obra maestra." Decidió golpearme y se encontró con el eco de mi pecho; lo atravesó. Sus labios permanecieron a escasos milímetros de los míos para que sintiese el éxtasis que le producía tener mi corazón, literalmente, destruyéndose bajo la yema de sus dedos... y yo, no podía llorar, ni sudar, no podía moverme ni tan siquiera caer, apenas recordar el tiempo que se escapó mas lo único que se me permitía era sangrar, sangrar...

"Amor, muere."

Nely Macorix '14

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