lunes, 27 de julio de 2015

Sombras montañosas

Brotan pétalos, color rojo sangre, que resbalan por la piel clara
Noche etérea, plagada de destellos, luz albina y diáfana de la
Estrella consumada en una bóveda celestial de la que no escapa.
La primavera llega entre brisa y flores, entre violetas y azahar;
El invierno muere estrepitosamente enterrado bajo la nieve.
En su pelo de hojas secas, naranjas y rojas como frutos del
Acebo de madera húmeda que prende, verde, en la chimenea
Del bosque entristecido y enyugado bajo el humo inmaduro.
Zafiros lánguidos deslumbran y corren inocentemente
Colgados del espejo más alto que puebla el lienzo tostado
De sus visiones, entre nubes negras cargadas, que tiñen y empapan.
Los brillos bermellón de los rubíes pulidos para ser besados
Por los que escapan palabras niñas que esconden secretos en

Recónditos susurros que ululan entre árboles huecos y ya muertos.

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